ALBUM DE LA PROMO66

Monday, June 16, 2008

IMAGENES DEL RECUERDO: CICLISMO


2o. Curso Secundaria, Neto Ruiz Ganando la competencia en una emocionante Carrera de bicicletas en la pista del Liceo Guatemala

2o. Curso Secundaria, Carrera de bicicletas en la pista del Liceo Guatemala


Futbol y ciclismo eran deportes favoritos, tanto a nivel colegial como a nivel nacional durante esta época. Sin embargo no faltaban los accidentes. Leámos a continuación el testimonio de una tragedia que hizo cambiar la vida deportiva de un alumno y probablemente del deporte a nivel nacional.

POR QUÉ ME RETIRÉ DEL FÚTBOL

El fútbol es el deporte universal por excelencia. Mueve a las masas y de colada, hasta a uno que otro de nuestros compañeros de la Promo, de los que estaban escondidos en su trinchera, haciéndolos saltar a la cancha de los recuerdos.

Pero, ¿quién puede culparlos? Acaso no tenemos todos algún emocionante recuerdo que contar de nuestros primeros tanes con este popular juego.

Yo también y aunque alguno no lo crea tengo mis propios recuerdos sobre el tema.

En aquel tiempo, cualquier polvorienta callejuela de barrio era escenario adecuado de las más encarnizadas chamuscas y para tal fin, no tenía nada que envidiarle al monumental Maracaná. Entonces los muchachos no pateábamos la pelota, la acariciábamos con la magia de un Pelé o la elegancia de un Garrincha o un Distéfano. La tele en aquel entonces no nos hacía gran falta pues las jugadas del radio las completábamos mejor con la pura imaginación. A nadie le importaba no jugar con la pelota reglamentaria de la FIFA, sobraban entonces las humildes bolas de plástico, cualquier bote vacío o incluso las proletarias chibolas de tripa de coche.

Pero en éste, como en todo deporte, pronto se establecieron las categorías. En el Colegio podíamos distinguir claramente dos grupos: El de la élite del olimpo futbolístico, las promesas del mañana, formado por aquellos afortunados de complexión fuerte y atlética, de reflejos felinos y voluntad férrea que Integraban la selección del Plantel. Era difícil no envidiarlos, cuando por su labor de encargados de dar y recibir verga en los juegos interescolares y defender y poner en alto el nombre del colegio, se llevaban toda la gloria.

En las kermesses, eran los favoritos de todos y en especial del público femenino, que enloquecía celebrando sus jugadas habilidosas y más los goles que aseguraban el triunfo del equipo. Era frecuente verlos celebrar sus triunfos paseándose jactanciosos y felices en los hombros de sus propios compañeros.

Para ellos eran las fotos de los titulares en los periódicos juveniles y en las páginas deportivas del faro del Liceo, los llamativos uniformes multicolores y las medallas y diplomas de reconocimiento.

Pero existía también otro grupo, menos conocido talvez y más numeroso, formado por todos aquellos, no tan agraciados -futbolísticamente hablando- que militábamos en los equipos de tercera o cuarta o de ninguna categoría, formados con la escoria futbolística sobrante y que únicamente teníamos alguna posibilidad de triunfo si nos enfrentaban a las ligas infantiles.

Para algunos de este grupo, las tardes y mañanas deportivas eran la penitencia por nuestros múltiples pecados y en la clase de gimnasia nos disputábamos siempre codo a codo los últimos lugares de las carreras y luchábamos por alcanzar siquiera el borde de la fosa en los saltos de altura, sin contar el peligro de desmayos por sobreexposición solar y el ejercicio excesivo en estas lides.

Aún así, nuestra moral se mantenía alta y eran grandes las chamuscas que se organizaban, en las que el capitán del equipo nos escogía siempre de últimos y después de perder una apuesta con el capitán contrario.

Esta historia aconteció en los dorados años de los sesenta, con sus peligros propios de la minifalda y de la guerra fría. Cuando aún nos sentíamos seguros, mucho más que ahora. Entonces sólo podías morir repentinamente evaporado en un holocausto nuclear; en tanto que hoy no puedes ir ni a la esquina sin el riesgo de que un marero te mate, para hueviarte el celular o los cinco pesos que llevás en la cartera.

La fecha, hora y minuto preciso no los recuerdo. La mente es sabia al eliminar los eventos traumáticos y vaya si este no lo fue. De los detalles se encargarán el historiador de la Promo, el Negro Prado, y las fotos las debe tener el cangrejo Samayos en su valioso álbum. Baste decir que el patio de secundaria del colegio bullía como gigantesco hormiguero en aquella tarde deportiva.

Como de costumbre me encontraba en mi puesto de cancerbero, el más acorde a mis habilidades con la pelota. De pronto alguien pateó la pelota que se fue hacia la pista de carreras, y yo inocentemente corrí en su busca:

Fue entonces que sucedió…Un pijazo de características cósmicas, sólo comparable al golpe que hace poco le propinó un cometa al planeta Júpiter o en menor escala al choque de uno de los aviones de las torres gemelas. En fracción de segundos volamos a la mierda, peatón, ciclista y bicicleta y aún me lo imagino en cámara lenta como en las licas de la tele, flotando todos en el aire a punto de recibir el gran talegazo en la pista.

Por algunos segundos permanecí en estado semiinconsciente mientras veía las estrellas acercarse a velocidad vertiginosa al mejor estilo de la guerra de la galaxias. Y mientras la multitud amarillista se arremolinaba a nuestro alrededor alcancé a escuchar:

- Qué mula este pisado, como se le ocurre atravesarse la pista en el sprint de la carrera-

Otros más preocupados decían:

-Estos dos ya no se salvan hay que llamar a los bomberos

o los más juiciosos:

¡Qué llamen al Padre Cahaperín o en su defecto al Padre Gómez, con suerte talvez aún pueda confesarlos!

En mi defensa puedo decir que ni siquiera la vi venir: el ciclista se me clavó en los bajos, como una flecha y si no hubiera sido por mi ángel de la guarda, con el que tenía muy buenas relaciones en esa época y desvió unos milímetros la llanta hubiera quedado deshuevado y eunuco de por vida.

La bicicleta y el ciclista no corrieron mejor suerte, el flamante vehículo de 25 velocidades quedo convertido en un amasijo de chatarra retorcida y su piloto a pesar del casco protector cayó de hocico y se arrastró varios metros sobre el piedrín protector de la pista, por lo que la aventura le costó varios dientes y rasparse hasta el alma.

Al final de cuentas no me fue tan mal y salvo los dolores musculares y moretes que me daban vueltas de un lado a otro no tuve otra cosa que lamentar. Eso sí tuve el tiempo necesario para reflexionar y dedicarme a actividades más seguras como la computación, el billar, ajedrez y la música y fue entonces que decidí truncar para siempre mi carrera de futbolista.

La Pulga.


Alumno del Liceo Guatemala reparando su bicicleta


Durante las famosas Vueltas Ciclísticas los alumnos liceístas salían frente al colegio a ver pasar los pedalistas y a animar a sus favoritos antes de la triunfal entrada al Estadio Mateo Flores, etapa que cerraba la competencia. Veámos algunas imágenes captadas por la mágica cámara de nuestro colega Julio César Prado.



Vuelta Ciclística en época del 2o. Curso Secundaria

Desde aquellos tiempos algunos colegas se destacaban por sus cualidades reporteriles. Leámos un interesánte reportaje de esta época:

Jalapa Jutiapa Guatemala - 5ª Etapa VII Vuelta Ciclística a Guatemala – 1963

3 Comments:

  • muy buenas fotos,,, Neto Ruiz muy conocido hijo del campeon de pulsos centroamericano con un ñeque de la gran madre, sus hermanos cuaches de igual fortaleza y buena onda,,,, abajo creo que es la mica asturias QEPD que el año pasado fallecio si n o me equivoco.

    José Alvaro Muñoz

    By Blogger Promo66, at 12:28 PM  

  • Este morongazo le llega a lo lejos al que yo sufrí con la bicicleta.

    La Pulga.

    By Blogger Promo66, at 3:05 PM  

  • Algo mulitas ............. parece que ninguno usaba casco protector o quizas solo llevavan aquellos cintillos como llantitas en el coco.

    el sapo castro

    By Blogger Promo66, at 6:28 PM  

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